Liderazgo Personal

¿Qué ejemplos a seguir tienen en su vida? ¿Qué líderes toman como inspiración?

Esta pregunta, que a veces nos incomoda, es mucho más importante de lo que creemos. Porque el modelo que nosotros tengamos, nos va a servir de guía en la incertidumbre. No hay mejor faro en la oscuridad, que un buen ejemplo a seguir.

Pero fíjense que donde tienen puesta su brújula y sus metas, ahí es donde tienen puesto su corazón. Y es por eso que nuestros ejemplos a seguir dicen muchísimo de nuestras personalidades y nuestras ambiciones.. Tan es así, que en algunas entrevistas laborales suelen hacer esta pregunta para conocer mejor a la persona que tienen en frente.

Yo los invito a plantearse esto, si aún no lo han hecho: busquen sus modelos y traten de imitarlos. Compárense con sus líderes y pregúntense a diario si lo que están haciendo en su día a día los está acercando a su ejemplo a seguir. Esa es una forma sencilla de ponerse un norte.

Les quiero contar un poco de los míos. Mi padre era piloto de Fuerza Aérea Argentina, y él me formó con las historias de los héroes de Malvinas. En mi caso, esos fueron los modelos que tomé y que me inspiraron desde pequeño.

Pero había algo que siempre me preguntaba cuando escuchaba sus hazañas:

¿Cómo hicieron esos héroes para estar a la altura de las circunstancias?

¿Cómo hizo Oscar Poltronieri, para enfrentarse solo a 600 ingleses y cubrir la retirada de 150 argentinos? ¿De dónde sacó el coraje ese soldado voluntario de 19 años, para mirar a sus compañeros y decirles: “váyanse ustedes que tienen hijos, yo me quedo”?

¿Cómo hizo el teniente Estévez, con 25 años, para liderar un contraataque nocturno y cubrir la retirada de sus compañeros? Aún herido en una pierna y con un brazo destrozado siguió defendiendo la posición y cuidando a sus amigos.

Los invito a leer las cartas que dejó, una para la novia y una para el padre: realmente le ponen a uno la piel de gallina ver la nobleza de espíritu y la pureza de ideales que tenía ese hombre.

¿Qué hizo que Roberto Baruzzo, con 22 años, se quedara solo detrás de las líneas enemigas protegiendo a su amigo herido? Aún con la mano destrozada, tomó un fusil inglés y defendió a su compañero hasta quedarse sin balas, luego lo llevó a cubierto y sacó su cuchillo para proteger la posición. Los ingleses le perdonaron la vida, por el asombro que les generó la valentía de Baruzzo.

Y hay tantos otros ejemplos que se pueden encontrar, obviamente cada uno puede elegir los suyos, y los invito a hacerlo si aún no lo han hecho.

Pero lo que nunca dejó de admirarme fue que en cuestión de segundos, casi sin pensarlo, estos grandes hombres habían sabido cómo reaccionar. Era como si el «ser héroes» fuese un reflejo natural para ellos.

Y me preguntaba a mí mismo: ¿Cómo hicieron para identificar en milésimas de segundo qué era lo que tenían que hacer y reunir el coraje para llevarlo a cabo? ¿Había alguna forma de prepararse para reaccionar así?

¿Cuál es el denominador común de estos guías?

Yo creo que a veces nos confundimos y vemos el liderazgo desde los resultados. Creemos que una persona es un ejemplo a seguir porque ha logrado triunfar, cuando la realidad es que debemos ver cómo lo ha conseguido.

Tenemos que dejar de pensar al líder desde sus logros, para comenzar a verlo desde su día a día. Porque el verdadero éxito está en los medios.

Yo tardé mucho en darme cuenta que mis ejemplos estuvieron a la altura de las circunstancias porque los valores con los que vivieron toda su vida los fueron preparando de a poco para ese momento. Y es que cuando alguien vive toda su vida fiel a sus principios, reaccionar bien cuando viene la prueba, le sale natural y espontáneo.

Y entendí que el verdadero heroísmo de mis ejemplos a seguir no estuvo en esos minutos decisivos de Malvinas, sino que estuvo a lo largo de toda su vida: en cada segundo que vivieron el amor a la patria, la entrega desinteresada por el prójimo, el amor a la familia, la camaradería, la valentía y la humildad.

El verdadero liderazgo siempre estuvo en los pequeños detalles, y es ahí donde los líderes marcan la diferencia. La vida siempre nos da tres o cuatro momentos decisivos, en los que tenemos que resolver heroicamente, pero no sabemos cómo ni cuándo vendrán esos momentos.

Por eso es importante trabajar en los buenos hábitos. Porque cuando lleguen esos minutos decisivos e inesperados, vamos a reaccionar con los hábitos que ya hayamos forjado durante toda nuestra vida, de manera espontánea.

Así que pregúntense a ustedes mismos:

¿Me estoy preparando para esos momentos decisivos?

Un líder entonces, es quien mueve algo en mi interior, es un faro, una personalidad basada en valores que me puede guiar en la confusión general, alguien que me hace decir “yo también quiero eso para mí”.

Esto nos lleva a darnos cuenta que el liderazgo se da por atracción y no por manipulación, porque es una forma de SER y ESTAR en la vida. No se trata de manejar gente, tampoco se trata de poder, ni se trata de posiciones.

De ahí se desprende otro concepto fundamental: el liderazgo tiene que nacer del servicio. Porque si no vemos el liderazgo como una forma de ayudar a quien tenemos al lado, entonces sólo estamos usando a los demás como simples medios para nuestros fines.

Cuando encuentro algo bueno, quiero comunicárselo a quienes están al lado mío, y guiarlos hacia ese lugar para que ellos también puedan disfrutar ese bien. Ésa tiene que ser la piedra fundante de todo líder.

Entonces, antes de decir “quiero ser líder de muchos”, tenemos que preguntarnos qué queremos hacer con nuestras vidas y si nuestro objetivo es suficientemente bueno como para motivar a otros a que me acompañen.

Por eso para poder liderar a otras personas, es necesario que antes hayamos aprendido a conducir nuestras propias vidas. Simplemente porque nadie puede dar al otro lo que no tiene para si mismo.

¿Qué es esto de liderarnos a nosotros mismos?

En palabras sencillas, podríamos decir que consiste en ser la mejor versión de uno mismo.

¿Y cómo hacemos eso en una época tan complicada?

Hay cosas que el líder puede cambiar y cosas que no. No puedo cambiar el pasado, ni controlar los resultados del futuro, ni siquiera puedo cambiar la gran mayoría de los eventos del presente.

Pero lo que sí puedo cambiar es la actitud que tomo frente a los eventos que me toca en suerte vivir; puedo decidir qué hacer con mi tiempo dadas las circunstancias que me da la vida.

Imaginemos nuestra vida como un reloj. El segundero nunca para, y la única opción que tenemos es la de decidir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.

Así que los invito a hacer el siguiente ejercicio:

  • Tomen un calendario, con los siete días de la semana y pongan las horas de cada día.
  • Después llenen ese calendario con lo que ustedes habitualmente hacen en una semana. Pongan todo: deportes, amigos, colegio, computadora, redes sociales, familia, relaciones personales, etc.
  • Luego, piensen en una meta de acá a cinco años: ¿Dónde les gustaría estar?
  • Y por último, pregúntense si esa agenda que tienen en la mano los está guiando hacia la meta que se propusieron. Y si no es así, están a tiempo de cambiarlo.

Esa es una forma sencilla de empezar a tomar las riendas de nuestra vida. Cuando nos fijamos metas tenemos que ser realistas: esa nueva agenda tiene que incluir nuestro tiempo de ocio, y tiene que permitirnos tener una vida normal. De nada sirve plantearnos metas irreales, porque no las vamos a poder cumplir, y la frustración va a hacernos retroceder.

Y esto es fundamental, porque no podemos cambiar el mundo si no empezamos por cambiar nuestras propias vidas. Es necesario iniciar con pequeñas cosas, ponerse en acción, con fuerza de voluntad y no dando lugar al sentimentalismo, porque a la voluntad hay que educarla y fortalecerla.

Una frase decía: «Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible.» Y es muy cierto, si ponemos empeño en las pequeñas cosas, vamos a ver que poco a poco se nos va haciendo más fácil comprometernos con lo más grande.

Entonces, si realmente quieren lograr un cambio, el camino más corto y eficaz, es cambiar primero su propio mundo. Busquen en su día a día, esos pequeños esfuerzos que les ayuden a forjar la voluntad y a trabajar el hábito del heroísmo.

Y si saben mantener sus valores y su disciplina en las pequeñeces de todos los días, cuando venga el momento de dar un sacrificio mayor, su virtud adquirida le va a ganar a las dificultades del momento. Esa es la esencia del liderazgo.

“No hay fuera enemigo alguno temible; véncete a ti, y el mundo está vencido.” Agustín de Hipona.

Ignacio Trerotola